jueves, 8 de noviembre de 2012

No sabrá

Se veía perfecto con la camisa verde agua.
Ya había calmado mi exaltación por verlo y mi día continuó apacible. Pasó economía, llegó el almuerzo y me encontré con Diego para comer. Más tarde nos sentamos cerca a la cafetería y en la compu de Diego empecé a ver fotos de él, esas ganas de buscarlo son un halago, un tipo de alabamiento, es como un cortejo del cual esa persona nunca se entera.
Empecé a ojear sus fotos con cautela extrema, como si estuviera segura de que iba a aparecer cerca e iba a pillarme y a mí no me iba a quedar salida más inocente que descubrir mi flechazo. Diego no paraba de decirme que me calme y que parecía una loca. Con una de esas fotos extendí mis brazos para mostrársela a Diego y que soportara mis amores. Pasaba esto y mi capacidad para ver hacia los lados me alertó de que él caminaba dos metros lejos de nosotros dirigiéndose al mostrador de la cafetería: LOCURÓN. Todos los movimientos con los que atiné a reaccionar fueron tan rápidos que no recuerdo el orden, sólo recuerdo que dejé de hablar, tapé la compu con tanta fuerza que a la vez cuidé que no se caiga, expulsé vocablos mínimos para que Diego entienda la situación y mis latidos empezaron a regularizarse.
Diego empezó a reirse mucho de todo esto, yo lo seguí y él jamás supo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario