sábado, 1 de diciembre de 2012

El hombre del tres

No he conocido situación que lo altere o distorsione su extrema gentileza, ya me siento culpable al pedirle alguna ayuda a pesar de que es su trabajo y mi derecho.

No sé cómo hace, pero creo que desde que la gente entra a la biblioteca él ya adivina qué necesitan o planea cuál será la mejor forma de ayudarlos o con qué estupenda frase solucionará el problema que estabas teniendo al usar los servicios de la instalación.

No sé cómo se llama, debe ser que otra vez tengo la sensación de querer molestarlo lo menos posible y no oso fijarme en la identificación clavada y atravesada en su chompa.

No se le ve llegar ni retirarse, sólo se le ve existir ahí en el piso tres, en la biblioteca, colaborando. Tampoco se le ve ingerir alimentos o rascarse la piel y todo esto lo hace muy extraño pero también entrañable: el viernes pasé por ahí y él no estaba, entonces experimenté un mini estado de pánico, sentía que en cualquier momento la apocalipsis podía abrir inicio y el hombre del tres no estaría ahí para socorrernos. Probablemente no tiene más poder que sus conocimientos acerca del funcionamiento de nuestra cómica y atrofiada biblioteca, pero de alguna forma él sabría qué hacer y, sobretodo, qué decir.

Si sigo escribiendo siento que lo estoy molestando. Estaré observándolo.